Detrás de escena: Muchas Gracias
El octavo cuento de Sábanas Rojas es mucho más interesante de lo que parece a simple vista. Tal vez el título no nos diga absolutamente nada de lo que trata el relato, pero realmente creo que no podría haber elegido un nombre mejor. Y, además, está basado en una anécdota de trabajo que me contó mi pareja, Karen. Por supuesto, está adaptado y modificado para no salirnos de la ficción, pero Muchas Gracias tiene mucho de la realidad en él.
Además de ser parcialmente real, lo que me gusta de este cuento es su contemporaneidad, ambientado en esa situación que le toca vivir a muchos jóvenes (y no tan jóvenes en algunas ocasiones): la vida laboral del Call Center. El hecho infortuito que le toca vivir a Fabiana, protagonista del relato, no es un mero invento, es algo que cientos de personas viven día a día. En el caso de Karen, ella tuvo que aguantar cómo un desagradable sujeto golpeaba a su mujer por un error que ella había cometido… sin poder cortar la llamada. Porque así son las normas: no se puede cortar ninguna llamada, bajo ningún concepto.
¿Ustedes se imaginan, tener que soportar durante horas, cinco o seis días a la semana, las llamadas telefónicas de personas desagradables? Si han trabajado en un Call Center, no necesitan imaginarlo. Si no lo han hecho, entonces deberían empezar a tener un poco más de consideración con quien les está atendiendo del otro lado, porque no son máquinas, son seres humanos que buscan ganarse el pan como cualquier otro. Tengo amigos y conocidos que se jactan de decir que ellos tratan mal o se burlan de su interlocutor cuando son llamados o llaman a un servicio que cuenta con un Call Center, y nunca pierdo oportunidad de hacerles ver lo errados que están.
Ése fue el gatillo del cuento, el resto, la historia de la vida de Fabiana, lo ideé a los fines prácticos del relato. Por supuesto, a esta altura del libro, ya sabemos que alguien va a morir, y Muchas Gracias tiene varios derramamientos de sangre. Pero no son asesinatos cualquiera: están originados en otro problema, la violencia familiar. Ya verán entonces cómo con este simple relato busqué atacar varios problemas que aquejan a nuestra sociedad actual.
Creo fervientemente que no debemos perder el respeto por los demás. A nadie le gusta ser maltratado de ninguna manera; entonces, ¿por qué es que a algunos les parece tan entretenido o tan acertado despreciar a los otros? En este sentido, La Pared y Muchas Gracias se parecen mucho en su esencia.
Una vez escuché a alguien decir que si todos nos esforzáramos por hacer del metro cuadrado alrededor nuestro el mejor lugar del mundo, el mundo en sí sería un lugar mejor. Sí, suena a utópico, y a lo mejor no tenga mucho que ver con estos cuentos en sí, pero es lo que se me viene a la cabeza al escribir estas líneas.
Veo que ya estoy divagando un poco, así que voy cerrando la nota. Ya quedan sólo dos artículos para cerrar la tanda de Detrás de escena. ¡Tengo que ir pensando en qué vendrá después! ¡Nos vemos la próxima!
Duilio Giordano Faillaci